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Devocionales Diarios
Espejo, espejito
“No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica. El que escucha la palabra pero no la pone en práctica es como el que se mira el rostro en un espejo y, después de mirarse, se va y se olvida enseguida de cómo es. Pero quien se fija atentamente en la ley perfecta que da libertad, y persevera en ella, no olvidando lo que ha oído sino haciéndolo, recibirá bendición al practicarla.” Santiago 1.22-25
¿Te miraste en el espejo hoy a la mañana? ¿Qué viste? Capaz un pelo fuera de lugar, o varios; una marca de la almohada en el rostro; algo en tu ojo que no debería estar allí; o, tal vez, un granito furtivo o la barba desalineada. Seamos honestos, a todos nos pasó.
¿Qué hiciste al respecto? Un poco de agua en el rostro, algo de crema para peinar, una afeitadora, alguna crema secativa, y otras medidas que tomamos para corregir aquello que vimos. Seamos honestos, todos hicimos algo de eso.
¿Qué viste después? Una figura más adecuada a tu parecer y más apropiada para vivir en sociedad. Seamos honestos, también lo pensamos. Esa comparación hace la Palabra cuando nos acercamos a ella y ella nos muestra algo que no anda bien. Seamos honestos, ya sabemos qué hacer la próxima vez que la Biblia nos muestre algo.